La afección se caracteriza por muchos tipos de anomalías cutáneas que varían en tamaño y gravedad.
De acuerdo con los manuales Merck de diagnóstico y terapia el acné es una enfermedad cutánea frecuente que produce granos y otras anomalías en la cara y en la parte superior del tronco. La causa más común de esta afección es una acumulación de células cutáneas muertas, bacterias y sebo seco que obstruye los folículos pilosos.
Existen muchas formas de clasificaciones sobre el acné. En ocasiones se clasifica según la edad en la que aparece, pero también se puede diferenciar en función de la gravedad de sus síntomas. En otros casos, las diferentes formas de acné se agrupan según las causas externas que provocan la piel grasa y problemática.
Generalmente, las formas leves de la enfermedad se tratan principalmente de forma superficial a base de geles, jabones, lociones y cremas, según el tipo de piel. Sin embargo, cuando se trata de un acné mucho más grave que amenazan con dejar cicatrices, es obligatoria la visita a un dermatólogo.
Los antibióticos orales se prescriben para las formas graves de acné que están superpobladas de bacterias. Suelen ser tetraciclinas y eritromicina. Según las recomendaciones del médico, pueden utilizarse hasta 6 meses.
En las mujeres adultas, debido al desequilibrio hormonal, se producen cambios en la piel e incluso acné. Entonces, los ginecólogos suelen recomendar los anticonceptivos orales. En esta situación lo más importante es que el ginecólogo excluya todos los factores de riesgo para el uso de anticonceptivos orales, por ello es importante no “automedicarse”, sino consultar primero con un profesional de la salud.
En algunas circunstancias, cuando otros medicamentos y tratamientos no ayudan, se recetan retinoides orales. Sus efectos secundarios pueden ser graves, por lo que el paciente debe conocer las consecuencias que incluyen cambios de humor, sequedad de boca, sequedad de piel, hemorragias nasales, entre otras.