El uso de óleos en cosmética cuenta con una larguísima trayectoria. Se han aplicado desde la antigüedad, pero en los últimos años hemos sido testigos de una gran época dorada de estos elixires en el universo ‘beauty’ con su presencia en tratamientos cosméticos, productos de cuidado, terapias… Desde la icónica firma L’Occitane revelan que las razones obvias son el redescubrimiento del placer de utilizarlos (ya que permiten realizar masajes que estimulan la penetración y activan la microcirculación de la piel) y que cuentan con fragancias muy atractivas, combinadas con unas texturas del alta sensorialidad. A efectos prácticos, “los cosméticos en base aceite necesitan de menos conservantes, ya que es menos probable que tengan contaminación microbiológica que los productos en base agua”, sostiene Aina Bover, Product Development Formulation de Freshly Cosmetics.
Así, a la popularidad de algunos aceites más exóticos (como el de marula, el de macadamia o el de monoï) se suma la de nuestro preciado y omnipresente aceite de oliva o la del sensorial coco. Pero hoy nos centramos en uno, quizá más discreto pero muy popular en las rutinas de cuidado 360º, como es el óleo de almendras.
Lo primero que debes tener presente es que “existen múltiples variedades de almendra y las propiedades, aromas, concentraciones de activos y calidad cosmética de cada una de ellas pueden ser diferentes”, sostienen desde L’Occitane. Sin embargo, a grandes rasgos, podemos decir que el utilizado en cosmética se obtiene de la presión en frío, “es de un color casi trasparente, con toques dorados y carece de un aroma muy fuerte”, apunta la profesional de Freshly Cosmetics. Los expertos coinciden en que se trata de un ingrediente que aporta nutrientes esenciales como las vitaminas E y A y ácidos grasos omega-3, 6 o 9. Eso da lugar a que se presente como un aceite nutritivo, hidratante, emoliente y suavizante, ideal tanto para el cuidado de la piel facial y corporal, como de tu melena. “La clave para lograr el producto perfecto para cada zona es la concentración y la combinación con otros activos”, sostienen desde L’Occitane.
Los beneficios del aceite de almendras al detalle
Partiendo de esas premisas, Aina Bover afirma que “gracias a su condición de aceite emoliente, suavizante e hidratante, protege de la aparición de estrías. Además es antiinflamatorio, reparador, cicatrizante, protege la barrera cutánea y cuida de los rayos UV”. Indica que también estimula la formación de colágeno y elastina lo que se traduce en una mejora de la firmeza y la elasticidad, con la consecuente prevención de las arrugas (se recomienda en diversos tratamientos anticelulitis). Respecto al cabello, los profesionales reconocen que también le aporta nutrición, previene la rotura de las cutículas, suma suavidad y brillo mientras minimiza el encrespamiento.
Por otro lado, la perspectiva más ecológica, que forma parte del ADN de algunas firmas como la francesa, invita a combinar en cosmética el aceite de almendras con los otros formatos o texturas de este producto (como la manteca de almendra, la cáscara triturada, la leche de almendra…) con el fin de multiplicar sus áreas de actuación.
Un ingrediente universal
Gracias a sus propiedades, es perfecto para aplicar en todo tipo de pieles, incluso en las más sensibles. El mejor ejemplo es que lo puedes encontrar en productos dedicados al público infantil (también en los de recién nacidos, con su fina dermis con tendencia a irritarse). Si buscas el aceite de almendras en el INCI de un comético (lnternational Nomenclature of Cosmetic Ingredients), lo más probable es que lo encuentres reflejado como Prunus Amygdalus Dulcis Oil y recuerda que, si está en las primeras posiciones, es que cuenta con una cantidad mayor de aceite de almendras.