La segunda jornada de la 75ª edición de la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid (MBFWM) ha estado marcada por la presencia de la reina Letizia, que ha regresado al evento de la moda española celebrado en Ifema, 12 años después de su anterior visita, todavía como princesa. Mientras recorría los pasillos del espacio, la pasarela ha arrancado con la propuesta de Andrés Sardá, cuyo fundador recibió recientemente la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes a título póstumo. El modelo Andrés Velencoso ha sido el encargado de abrir el desfile, dando paso a la primera parte de la colección, protagonizada por los juegos de texturas y el tejido denim. Ha subido el volumen de la música y un estampado psicodélico sobre el fondo de la pasarela ha introducido la segunda parte de la colección, con diseños de noche que logran difuminar la línea que separa las piezas de lencería con las prendas de exterior.
A Sardá le ha seguido Isabel Sanchís, con una colección que homenajea la diversidad cultural de los clientes de la firma. “Queríamos inspirarnos en ellos. Crear prendas que reunieran todo aquello que nuestros fieles buscan en nuestra firma”, cuenta la diseñadora, momentos antes del desfile. La propuesta ha estado protagonizada por cadenas, plumas y apliques brillantes que decoran siluetas fluidas en tejidos delicados, donde, además del negro, siempre presente en las colecciones de la firma, han tomado protagonismo los marrones, naranjas, verdes y rosas.
Los estampados de flores XL, las rayas y los patrones psicodélicos de inspiración sesentera han protagonizado el desfile de Hannibal Laguna, con una colección vibrante que recupera la esencia retro y pone las tonalidades flúor en el punto de mira. Tejidos delicados y fluidos como el crepe y la organza dan forma a sofisticados y largos vestidos que esculpen la silueta de la mujer. Cabe destacar las mangas abullonadas y los diseños asimétricas, así como los escotes pronunciados y las faldas voluminosas. Más allá de los estampados, también ha presentado vestidos monocolor, así como piezas midi, pantalones de pata de elefante y mini vestidos.
La sobriedad se ha abierto paso en la pasarela con la presentación de Roberto Torretta, donde han primado las siluetas a media pierna, los tejidos satinados, la sastrería y los tonos neutros, que contrastan con prendas en colores vivos como el rosa y el verde y una línea de vestidos de noche en negro con transparencias y tejidos metalizados. Esta sobriedad también ha esta presente en el desfile de Teresa Helbig, que ha presentado una colección repleta de detalles. Colores como el negro, el rosa y el verde militar han teñido las siluetas fluidas, las faldas mini, las piezas de sastrería, los pantalones cortos y los vestidos midi que han destacado en la colección. Una propuesta que rinde homenaje a emblemáticas mujeres escritoras e iconos feministas como Virginia Woolf, Toni Morrison o Joan Didion, con siluetas que buscan empoderar a la mujer.
Llegando al final de la jornada, un desgarrador cante flamenco ha acompañado el estilismo amarillo y azul que ha abierto el desfile de Jorge Vázquez en honor a Ucrania, una de las pocas referencias al país invadido que se han visto durante los desfiles de este viernes. Tras el homenaje, la nostalgia se ha abierto paso en la pasarela, con una propuesta que recorre la España de los setenta, deteniéndose en las eternas noches del Museo Chicote, que reunía a aristócratas, artistas, toreros y todo tipo de celebridades. Un universo lleno de luz, color y movimiento, que se ha visto reflejado en las siluetas ligeras que ha presentado el diseñador, con drapeados, ajustes a la cintura y pinceladas de volumen. En la gama cromática vibrante que rompe con el negro y el blanco de la época y se combinan con los clásicos estampados florales de la casa, los corazones y el paisley. Estos patrones han decorado tejidos como el terciopelo, el tweed, el encaje, la lana de alpaca o la seda.
La jornada ha finalizado con de Brain & Beast, que ha regresado a la pasarela tras una temporada de descanso. “No todo es tan importante. Ni el trabajo es tan importante, ni estar aquí”, defiende el diseñador, que ha querido hacer una alusión al paso del tiempo en su presentación, proyectando sobre el fondo de la pasarela un cronómetro en cuenta regresiva, que ha finalizado a la vez que el desfile. La colección está repleta de estampados, colores y figuras aparentemente inconexas, que cuestionan la belleza y destacan de los errores la virtud, concepto en el que se basa la colección. “Somos como un puzzle, una combinación fragmentos de ADN heredados, en la que a veces se producen errores”. Tejidos de todo tipo se mezclan creando piezas rompedoras que reflejan un nuevo concepto de belleza. “Trabajamos con la belleza, pero no buscándola, cuestionándola”.